En cuestiones de moda cualquier momento es bueno para renovar parcialmente la ropa de nuestro armario. Cuando se acomete una tarea de este tipo debemos pensar que es un momento ideal para compatibilizar reciclaje con solidaridad, regalando a quien lo necesita aquellas prendas que ya no vamos a utilizar e impidiendo, de paso, que nuestros residuos textiles acaben en el vertedero.
Diferentes estadísticas señalan que cada español se desprende todos los años de entre siete y ocho kilos de ropa, pero lo más penoso es que, aun sabiendo que mucha de nuestra ropa usada (abrigos, camisas, pantalones, calzado, etcétera) puede ser muy útil para otras personas necesitadas, la gran mayor parte de estas prendas acaban en la basura, siempre más por la pereza que da tener que llevarla al contenedor correspondiente que por otra cosa.
Por fortuna en los último años, las ONG que habitualmente se han venido dedicando a recuperar y reciclar ropa usada, han empleado un notable esfuerzo en ponerse de acuerdo con las entidades públicas responsables para que cada vez exista un mayor número de contenedores de ropa, de manera que los ciudadanos lo tengamos mucho más fácil a la hora de encontrar un contenedor donde depositar nuestra ropa vieja. Este hecho, junto con la circunstancia de que cada vez somos más conscientes de que tirar ropa a la basura, aparte de poco solidario, afecta negativamente al medio ambiente, parece que está empezando a implicar que cada vez más personas decidan reciclar, de una forma u otra, su ropa usada.